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jueves, 26 de mayo de 2016
Manual de Producción De Planta De Café
Manual de Producción
De Planta De Café
Eusebio
Zúñiga Espinosa1
Olga
Reyes Perez2
Armando
Ibáñez Martinez3
Contenido
3 Director
Institucional Facultad de Ingenieria Agrohidraulica
PRODUCCIÓN
DE PLANTA DE CAFÉ Coffea arabica L.
En México, la
producción y comercialización de planta de café carece de regulación oficial y
de proceso tecnológico certificados que garanticen el logro y distribución de material
de plantación de calidad agronómica alta y legitimidad genética. Esto genera una
situación anárquica en el abasto de semilla y plantas de café tanto en cantidad
como en calidad (López et al, 1998). En este contexto de regulación, una
de las estrategias sectoriales para dar mayor competitividad al
sistema-producto café, es rescatar su calidad, y dentro de sus acciones
principales está la renovación de cafetales. Esta renovación de cafetales se
propone que se haga en forma paulatina, con variedades de vanguardia y planta
de calidad alta; facilitando la producción artesanal de pergamino selección
semilla y el establecimiento de viveros familiares. Al depender la
productividad de la finca a establecer de la calidad agronómica y legitimidad
genética del material de plantación; entonces, uno de los problemas a resolver
es, cómo lograr atributos de calidad en la planta de café proveniente de los viveros.
En parte, hay que hacer accesible a viveristas y productores de café el conocimiento
para el manejo de nuevas fuentes de nutrientes y su forma de aplicación, entre
otros componentes tecnológicos para el manejo de semilleros y viveros.
Asimismo, indicar consideraciones de parámetros de calidad para obtener una
planta de café con atributos que garanticen mayor eficiencia al transplante y
evite gastos innecesarios en el establecimiento de cafetales.
La producción de
material de plantación de café se lleva a cabo en dos etapas:
semilleros y viveros.
El semillero es el lugar donde se pone a germinar la semilla hasta obtener las
plántulas (“soldadito”, “pesetilla” y/o “naranjito”; nombres dados por los
productores) que en su momento serán trasplantadas. A su vez, los viveros son instalaciones
donde se trasplantan las plántulas obtenidas en el semillero; una forma de
trasplantar es directamente al suelo y otra el uso de bolsas de polietileno. El
fin de agrupar las plantas en el semillero y vivero es crear las condiciones
propicias para su manejo adecuado, donde la cantidad de plantas por superficie,
permita atención homogénea y eficacia en la aplicación de tecnologías tanto de
procesos como de productos.
Hacer los semilleros y
viveros en la misma finca, tiene la ventaja de conocer el origen
de la semilla,
proporcionar cuidado frecuente y eficaz al vivero, además de seleccionar las
mejores plantas por establecer en el cafetal. Los parámetros de calidad están
en función del tamaño y grosor del tallo de la planta, área foliar, número de
ramas laterales y persistencia de las hojas por debajo de las “cruces” entre
otras (Peña y Castillo, 2003). Se estima que toda plantación de café en etapa
de producción, requiere de un 10 por ciento de reposición de cafetos, por lo que
la producción de planta es un componente tecnológico a considerar año con año.
1.1
Semilleros
El semillero de café,
primera etapa en la propagación, tiene como finalidad un mayor control de
factores que influyen tanto en la germinación en sí, como en la calidad de plántulas;
tales factores son profundidad de siembra, humedad y temperatura del suelo-sustrato,
sombra, presencia de maleza y ataque de plagas y fitopatógenos. Por ello, las
instalaciones del semillero deben establecerse en un lugar de fácil acceso y que
cuente con una fuente de agua cerca (Zepeda et al, 1996).
El comienzo es el uso
de semilla adecuada, iniciando con la selección de frutos en una buena planta
madre que garantice los atributos de la variedad a establecer en finca, lo cual
es posible si se lleva a cabo un riguroso proceso de selección de la semilla
(ICAFÉ, 1998) y posteriormente sembrar ésta bajo techo que proteja la cama de
siembra del impacto directo de la gota de lluvia. Asimismo, es recomendable una
cobertura sobre el plantel para conservar humedad y propiciar calor a la capa superficial
de suelo.
El proceso se ilustra
en la Figura 1.1.
Figura 1.1. Semilleros: planta madre,
frutos, pergamino selección semilla y su siembra.
Selección
de cafetos proveedores de semilla
A partir de la
germinación de la semilla, la planta de café toma de tres a cuatro años para
completar su desarrollo, es decir; al logro de su primera floración y formación
de frutos. El fruto del cafeto es conocido como “cereza” y las semillas se
desarrollan en su interior, constituyendo éstas el producto básico para la
producción de café tostado en grano y todos sus derivados para la preparación
en taza, o bien la producción de material de plantación, a partir de semilla
botánica, como es el caso de las variedades de C. arabica.
Fruto.
Después de la
fecundación el ovario se transforma en fruto y sus dos óvulos en semillas. El
fruto es una drupa de forma elipsoidal y en su ápice hay un disco (ombligo),
que indica la inserción de la corola y el estilo, en su madurez se forma por una
cubierta roja o amarilla llamada epicarpio o “cascara” y una envoltura
gelatinosa conocida como mesocarpio o “mucilago”; cascara y mucilago forman la
pulpa, la cual cubre a una envoltura cartilaginosa que envuelve a la semilla,
constituyendo el endocarpio o “pergamino” (Zelaya et al, 1996). Finalmente la
envoltura plateada, conocida botánicamente como perisperma o espermodermo, lo
cual corresponde a vestigios del óvulo (Bolivar, 2009); forma la testa de la
semilla, la cual se elimina en el trillado y pulido del grano cuando éste se
lleva a un proceso de beneficiado seco
(Figura 1.2).
Selección
de frutos en la planta
Es recomendable
cosechar sólo los frutos de la sección de mayor producción en el cafeto y la
rama (Fischersworring y Robkamp, 2001), evitando cortar frutos en los extremos
de éstas para minimizar el efecto de polinización cruzada y mantener el tipo propio
de la variedad en la progenie. Es recomendable hacer pruebas de flotación entre
los distintos arbustos del lote, poniendo 100 frutos al azar en un bote con
agua.
Si flotan cinco o menos
frutos, entonces se tendrá una planta madre con cualidades aceptables,
indicando bajo porcentaje de frutos vanos; ya que esta es una característica
deseable que se hereda en la progenie (Castillo et al, 1994; Monroig, S/F). En
La Figura 1.3 se ilustra la zona del cafeto donde cosechar frutos para semilla.
Figura 1.3. Zona del
cafeto apta para recolectar frutos con el fin de obtener semilla.
Beneficiado
de los frutos
Despulpado. Consiste en
separar el pericarpio (cáscara o pulpa) del fruto de las semillas que se
encuentran en su interior (Pantoja, 1990) lo cual debe realizarse el mismo día
de la recolección para evitar daños de frutos y semillas por sobre fermentación.
Es importante tomar precauciones de ajustes en la calibración de la
despulpadora para prevenir daños al café pergamino o semilla. Un cuidado especial,
es empezar el despulpado con el equipo completamente limpio para evitar contaminación
de semillas de otras variedades (Ordoñez, 2001). Cantidades pequeñas es
conveniente que se despulpen mejor manualmente.
Fermentación
y lavado.
El propósito de la
fermentación es liberar al grano del mucílago o “baba”, lo cual es un proceso
que puede durar entre 14 a 27 horas, dependiendo de la temperatura y otros
factores locales (Castillo et al, 1994). Una fermentación pobre puede dejar
residuos del mucílago luego del lavado afectando su apariencia y aumentando las
posibilidades de ataques de hongos durante el almacenamiento de la semilla. Por
otra parte, las semillas expuestas por tiempo prolongado a temperaturas altas
durante la sobrefermentación, se les puede afectar el embrión y como
consecuencia su poder germinativo (Monroig, S/F).
Mediante agua corriente
o abundante, se lavan las semillas removiendo manualmente el mucílago adherido
a los granos, a través del frotamiento de unos con otros (Pantoja, 1990). El
agua de un primer lavado se retira para agregar agua limpia nuevamente y hacer
un segundo enjuague, volviendo a frotar hasta desprender todo el mucílago. Esta
operación se realiza cuantas veces sea necesario hasta sentir y escuchar un
sonido áspero entre los granos, aprovechando la oportunidad del lavado para
eliminar todos los granos vanos que floten durante el proceso (Monroig, S/F).
Secado
y almacenamiento.
Considerando que el
grano lavado de café contiene alrededor de un 55 por ciento de humedad, es
necesario realizar inmediatamente el proceso de secado del grano, haciéndose
necesario reducir dicho grado de humedad hasta un 25 por ciento para que la
semilla esté en condiciones de ser almacenada y que ésta mantenga su viabilidad
(Monroig, S/F). El secado se efectúa de preferencia a la sombra en un sitio
ventilado (Ordoñez, 2001). Cuando se trata de cantidades comerciales puede
ponerse al sol de manera intermitente, exponiéndola por unos 45 minutos a una
hora y llevarla a la sombra y así sucesivamente, hasta eliminar el agua
superficial del grano. Es necesario mover continuamente las semillas durante el
tiempo de secado para que éste sea uniforme. El calentamiento excesivo podría
dañar el embrión, por lo que la finalización del secado es preferible
terminarlo a la sombra. Pueden utilizarse cajas de madera con fondo de tela
metálica para secar el café removiendo éste tres o cuatro veces al día, sin
permitir que se formen capas muy gruesas para propiciar uniformidad y rapidez
en el secado. Aunque se ha sugerido que la semilla de café deben secarse a la
sombra, está demostrado que es posible secarlas al sol o artificialmente sin
sobrepasar los 45 grados centígrados (Arcila, 1988), cuidando de que el
contenido de humedad del grano no llegue a estar por abajo del 13 por ciento.
A veces por
anormalidades fisiológicas o genéticas, sólo uno de los óvulos se fecunda y se
desarrolla sin encontrar obstáculo formándose una semilla redonda a la que se
le conoce como “café caracol”; también pueden formarse frutos vanos y otras
anormalidades físicas como “triangulos”, por ovarios triloculares, o bien
“monstruos” o elefantes por un fenómeno de poliembrionía (Castillo et al,
1994). Por ello, la selección final de la semilla se hace manualmente con
personal bien entrenado, ya que se requiere destreza y conocimiento para
eliminar granos que no reúnan las características adecuadas, rechazando los que
presenten defectos como: grano caracol, grano triángulo, grano monstruo, grano
pequeño y semilla brocada o lastimada (FAO, 2006); sólo se usará grano
planchuela de buen tamaño como semilla para la propagación sexual de C.
arabica.
La semilla de café
pierde rápidamente su viabilidad (López, 1990a), sobre todo cuando se almacena
con contenidos altos (35-40%) o bajos (12-15%) de humedad en ambientes no
controlados, ya que en estas condiciones el poder germinativo de la semilla
llega a caer por debajo del 60 por ciento después de cinco meses de almacenamiento
(Arcila, 1988). Castillo et al (1994), indican que después de tres meses
germina sólo del 70 al 75 por ciento de la semilla y a los nueve meses sólo del
20 al 25 por ciento; pudiendo mantener la viabilidad de la semilla por un
periodo de tiempo más largo si se almacena en locales limpios a una temperatura
de 10 grados centígrados. En condiciones de productores pequeños, la semilla
debe almacenarse por el más corto tiempo posible, en capas delgadas, lugares
frescos y bien ventilados; y si se llegara a presentar algún brote de hongos,
es suficiente con aplicar algún fungicida a base de cobre, procurando que toda
la semilla quede impregnada (Pantoja, 1990). Lo más recomendable es utilizar la
semilla tan pronto como sea obtenida y si se almacenara por menos de tres
meses, tendría que ser en condiciones adecuadas sin exponerse al sol,
temperatura que no sobrepase los 270C, humedad relativa del 80 por ciento y
ponerla en sacos de yute o bolsas de papel. El almacenamiento por periodos
mayores de tres meses requiere de condiciones controladas difíciles de
implementar a nivel de finca (Zepeda et al, 1996a). Algo importante, es que al
momento de la siembra, la semilla tenga de un 20 a un 25 por
ciento de contenido de
humedad, para obtener porcentajes de aprovechamiento de plántulas superiores al
80 por ciento (López, 1990a). Sin embargo, está demostrado que el hecho de
remojar las semillas previamente a su siembra, no muestra diferencia alguna en
resultados de germinación, respecto a cuando la semilla se siembra sin humedecer
(Arcila, 1988).
Propagación
por semilla de C. arabica
La propagación por
semillas es posible en C. arabica por su autocompatibilidad, ya que la
fecundación de la flor ocurre por autopolinización en un 90 por ciento o más,
es decir; cuando la flor del cafeto abre, ya la fecundación está completa en el
porcentaje asentado (Arcila et al, 2007; citados por Bolivar, 2009). Debido a
esto, las características de la variedad en buena medida, se mantienen mediante
el uso de semillas para su propagación comercial. Las limitantes que se
presentan, son en términos de la baja capacidad de multiplicación, la necesidad
de grandes extensiones del cultivo para obtener semillas y el largo período de
tiempo que se requiere para la propagación masiva de una nueva variedad
(Monroig, S/F). Hoy en día se han desarrollado otros métodos como el cultivo de
tejidos que permiten producir una gran cantidad de plantas, en cualquier época
del año, a partir de fragmentos de hojas. En el futuro el método de cultivo de
tejidos denominado “Embriogénesis Somática en Medio Líquido” permitirá producir
un mayor volumen de cafetos más rápidamente (Castillo et al, 1994); quizá
1,200,000 embriones a partir de tres gramos de tejido embriogénico,
provenientes de un fragmento de hoja.
Por el momento el
método de propagación por semillas continuará siendo el más usado
comercialmente, por su fácil realización, económico y confiable si se toman los
cuidados propios en la selección adecuada de las semillas. Los granos de café
están constituidos en su mayor parte por el endospermo, material de color
verdoso formado por células de pared gruesa, cuya hemicelulosa funciona como
almacén de alimentos (Carvalho y Monaco, 1987; La composición química de la
semilla de café muestra que es muy rica en carbohidratos (60%), contenidos de
intermedios a bajos de lípidos (13%) y proteína (13%); conteniendo también
alcaloides como la cafeína (1-2%) entre otros. Estas reservas almacenadas en el
endospermo son hidrolizadas y movilizadas durante la germinación para ser
aprovechadas por el embrión en crecimiento (Arcila,1988).
La semilla es elíptica
de forma plano-convexa, presenta un pergamino fibroso de superficie lisa y con
un surco longitudinal en la parte plana. Mide de 9 a 18 milímetros de largo, de
6 a 10 de ancho y de 4 a 8 de grosor. El embrión se localiza en la base de la
semilla y está formado por un hipocótilo cilíndrico y dos cotiledones superpuestos
(Rivera, 1990); mide de 2 a 5 milímetros de largo, cuando germina brota primero
la radícula orientándose hacia abajo y emitiendo varios grupos de raicillas
laterales, el eje hipocotiledonal, corto y con una plúmula reducida, crece y levanta
los cotiledones envueltos en el pergamino (soldadito). Al desaparecer las coberturas,
los cotiledones verdes se extienden horizontalmente (mariposa) y entre ellos se
desarrolla la plúmula (Zelaya et al, 1996), que dará lugar al resto del tallo y
follaje formándose lo que comúnmente se conoce en México como pestilla.
Viabilidad
de la semilla
La viabilidad de la
semilla se expresa generalmente en porcentajes y está correlacionada con la
germinación. De esta manera, para acreditar una germinación alta de la semilla,
se mide su poder germinativo; las pruebas convencionales son lentas, por lo que
se recomienda usar la sal de tetrazolio. Esta sal al reaccionar con tejido
vivo, genera una coloración rojiza cuya intensidad determina el grado de viabilidad.
La prueba consiste en hacer cuatro repeticiones con 100 semillas en cada una,
poniendo los granos sin el pergamino, a remojar durante 24 horas en agua destilada,
para posteriormente hacer un corte longitudinal en la semilla procurando no lesionar
el embrión. Las partes cortadas se sumergen en una solución de tetrazolio al cinco
por ciento y se colocan en cajas de petri e introducen a una estufa bajo temperaturas
de 25 a 30 grados centígrados durante 12 horas; sólo las semillas que presenten
una coloración rojo intenso o rosa intenso, tendrán la condición de viables (Pantoja,
1990).
Germinación
semilla de café
Días entre la
obtención y la siembra de la semilla
|
Porcentaje de germinación
|
1
30
60
90
120
150
180
360
|
98
95
95
60
80
50
25
7
|
Dinámica
de crecimiento del semillero
Densidad
de siembra
Se recomienda sembrar
medio kilogramo de semilla por metro cuadrado de semillero (Arcila y Botero,
1985; citados por Arcila, 1988), es decir; unas 1500 semillas (López, 1989).
Aunque Fischersworring y Robkamp (2001) mencionan densidades de siembra en
semilleros de café de 3500 semillas (1 Kg.) por metro cuadrado. Una vez
ocurrida la germinación, entre más semillas por unidad de superficie se hayan
sembrado, mayor será la competencia, la cual puede evitarse aprovechando las
plántulas en fases tempranas de desarrollo (“soldadito” o “cerillito”); sin
embargo, a mayor densidad menor costo de manejo. López (1990a y 1990b) propone
tres niveles de tecnología a aplicar en acuerdo a condiciones y propósitos del
semillero: 1) a nivel de pequen finca, surcar a 10 centímetros entre hileras y
depositar 50 semillas por metro lineal, es decir, 500 semillas por metro
cuadrado; 2) en producción de plántula para autoconsumo y fines de mercado,
surcar a ocho centímetros entre hileras y depositar 75 semillas por surco, en
dos metros cuadrados se tendrán 24 surcos, cuya siembra demandará 1800
semillas, aproximadamente un litro de semilla; y 3) sembrar en forma intensiva,
al voleo, de 1000 a 1500 semillas por metro cuadrado, con lo cual se gana
eficacia en un 75 por ciento, con respecto a los dos métodos que anteceden.
Un inconveniente fuerte
con el método al voleo, son los mayores cuidados que se requieren en la siembra
para obtener homogeneidad de distribución y manejo de factores agronómicos para
lograr plántula de calidad. En Xihuitlan, Mpio. de Juchique de Ferrer,
Veracruz; los productores “hibridaron” estos métodos y siembran al voleo en
franjas de 10 centímetros de ancho, con una separación entre franjas de cinco centímetros;
en cada franja depositan aproximadamente 250 semillas, logrando sembrar 1500
semillas por metro cuadrado en forma más homogénea, facilitando las operaciones
de manejo y logrando una eficacia de más del 80 por ciento de plántula adecuada
para trasplante (López et al, 2006). Castillo et al (1994), recomiendan una separación
entre “surquitos” del semillero de 10 centímetros. Si se depositan 100 semillas
por hilera, se tendrían 1000 semillas por metro cuadrado; una forma más conveniente
si se establece la siembra en surcos.
Factores
relacionados con la germinación
La germinación es el
proceso mediante el cual el embrión de la semilla empieza a desarrollarse para
formar una nueva planta. Básicamente para que el embrión crezca se requiere de
dos elementos fundamentales: agua y calor (30-32 oC), si estos elementos están disponibles
en cantidad e intensidad suficiente; entonces da inicio la germinación,
creciendo primero la radícula para poder absorber el agua del suelo, en tanto
el embrión se alimenta de las reservas de la semilla (Arcila, 1988). Cuando la nueva
plántula emerge a la superficie del suelo, ya ha consumido todas las reservas de
la semilla, pero una vez que las hojas cotiledonales se extienden; la
fotosíntesis empieza (López, 1990b).
Referencias citadas por
Arcila (1988), indican que el proceso de beneficiado normal no afecta la
germinación de la semilla, pero que la presencia del pergamino y la ubicación
casi superficial del embrión, son características morfológicas que si afectan la
germinación; se ha demostrado que la semilla con pergamino germina entre los 50
y 70 días, mientras que sin éste la germinación ocurre en 20 días
aproximadamente.
Para efectos de
producción de planta es conveniente utilizar semillas de mayor tamaño, ya que
el tamaño si influye en el desarrollo de la plántula. Esto se debe sobretodo,
porque en los primeros días de germinación y crecimiento, la reserva de la semilla
proporciona vigor a la plántula, y a mayor tamaño de la semilla hay más reservas
para ser utilizadas, los resultados muestran plántulas de más peso seco y masa
radical cuando su origen fue a partir de semilla de mayor tamaño (López, 1990a).
Factores
relacionados con el desarrollo de las plántulas
Los frutos del cafeto
contienen semillas con diferentes formas, como ya se mencionó; todas tienen una
alta capacidad de germinación (Castillo et al, 1994; López, 1990a), retardada
en forma significativa sólo por temperaturas bajas (<30 0c="" 1200="" 1988="" 1990b="" a="" abajo="" adecuado="" altamente="" altas="" altitud="" asimismo="" aumenta="" bajo="" caf="" coincide="" como="" con="" condiciones="" constituyen="" correlacionada="" cosecha="" cotiledones="" crecimiento="" cual="" de="" debido="" del="" despu="" determinantes="" el="" ello="" en="" es="" establecer="" estaci="" fotosint="" hojas="" influye="" la="" las="" lo="" los="" m="" medida="" menor="" mero="" msnm="" n="" notoriamente="" ntulas.="" ntulas="" o:p="" o="" ocurre="" parte="" periodo="" peso="" pez="" pl="" planta="" poca="" por="" primer="" productoras="" que="" rcila="" rea="" recomendable="" regiones="" s="" sanidad="" seca="" seco="" sembrar="" semilla="" semillero.="" semilleros="" son="" su="" subsiguiente="" tejido="" temperatura="" temperaturas="" tico="" vigor="" xico.="" y="">30>
Sustrato
de la cama de siembra.
El uso de sustratos
arenosos en el semillero es conveniente para propiciar un suelo franco, suelto,
permeable y de buena aireación, que facilite la germinación de la semilla y el
desarrollo de la raíz (Zepeda et al, 1996a), esta condición también disminuye
el ataque de fitopatógenos y plagas del suelo, propicia un buen drenaje,
facilita el desarrollo de las raíces y posibilita un buen arranque de plántulas
al momento de ser aprovechadas en el transplante (Fischersworring y Robkamp,
2001). Castillo et al (1994), mencionan algunos principios prácticos para
lograr que el máximo de semillas germinen, como son: 1) que el suelo a la vez
que tenga buena retención de humedad, también tenga un buen drenaje; 2)
procurar un pH ligeramente ácido y un bajo nivel de sales; 3) desinfectar el sustrato
sin efectos nocivos para la semilla y plántulas en emergencia; y 4) preparar un
suelo mullido libre de sólidos que estropeen el desarrollo deseado de la raíz.
Desinfección
del sustrato.
El tratamiento de
sanidad al suelo, a nivel artesanal, puede hacerse mediante solarización,
tapando el suelo del semillero con un plástico en un día de intenso brillo
solar; o bien aplicando abundante agua hirviendo (Fischersworring y Robkamp,
2001). En forma química, se sugiere el uso de Dazomet (Basamid), fumigante
granulado de fácil manejo, que con aplicaciones de 40 gramos de producto
comercial por metro cuadrado, es suficiente para una adecuada desinfección del
suelo; después de la aplicación, debe cubrirse la cama de germinación por 48
horas en forma tal que el producto no se escape e impregne en todo su espesor
(25 a 30 cm.) al plantel (Castillo et al, 1994). Con estas medidas preventivas
se evitan problemas de ataque de Rhizoctonia solani, Fusarium spp y Pythium
spp. Específicamente para R. solani, hay que aplicar PCNB (10%) en dosis de
cuatro gramos de ingrediente activo por metro cuadrado equivalente a 40 gramos de
producto (Zepeda et al, 1996a).
Labores
culturales.
Una vez que la siembra
se ha realizado, la primer práctica es cubrir la cama de germinación o plantel
con costales o una capa vegetal muerta a base del material local más
abundante(Zepeda et al, 1996a), que pueden ser gramíneas, helechos u otro
material vegetal. Otra práctica importante en el semillero son los deshierbes,
éstos se realizan manualmente después de quitar la capa de costales o cobertura
vegetal muerta que protegió la semilla hasta su germinación y a las plántulas
recién emergidas. En lo sucesivo y hasta que la planta sea aprovechada, los
semilleros se verán invadidos de arvenses a medida que pasa el tiempo, por lo que
una medida de evasión del problema es aprovechar cuanto antes la plántula; si es
en “soldadito”, cuanto mejor. Sin embargo, cuando esto no es posible, habrá que
dar los deshierbes que sean necesarios. Generalmente la desinfección previa al
suelo de la cama de germinación, es suficiente para no tener problemas con la
maleza en los semilleros (Castillo et al, 1994). El uso del herbicida Goal en
dosis de 1.5 litros diluidos en 350 litros de agua por hectárea, aplicándose la
solución inmediatamente después de la siembra de la semilla (López, 1990a y
1990b), también ha sido sugerido. En los pasillos los deshierbes se hacen
manualmente ya sea con machete o desmalezadoras.
Aprovechamiento
de plántula
El trasplante al vivero
se hace cuando la plántula está en la fase de “mariposa” o “pesetilla”, lo cual
ocurre de los 65 a los 90 días después de la siembra. La plántula en mariposa
sólo tiene el par de hojas cotiledonales, mientras que en las pesetillas ya se
formó el primer par de hojas verdaderas. Lo importante es seleccionar plántulas
con abundante sistema radical, eliminando las plantitas enfermas o con raíz
torcida o bifurcada.
En las figuras 4.4 y
4.5 se muestran formas de distribución de las semillas a fin de tener un mejor
aprovechamiento de la cama de siembra. El proceso y tiempo desde la siembra
hasta la obtención de “pesetilla” se muestra en las figuras 4.6 y 4.7.
Figura 1.4. Establecimiento de
semilleros mediante siembra al voleo en franjas; practica común del la joya del
Totonacapan, Teziutlan, Puebla.
Figura 1.7. Secuencia cronológica desde
la siembra hasta la obtención de plántula
(López, 1990b), con
calidad agronómica para su trasplante.
Manejo
de la fitosanidad del semillero
Uno de los problemas de
fitosanidad en el semillero, es la presencia del “estrangulamiento del tallo” o
“damping-off” causado por hongos de los géneros Rhizoctonia y Fusarium.
(Castillo et al, 1994). Esta enfermedad de carácter devastador, ya que en pocos
días puede ocasionar la muerte de cientos de plántulas en una diseminación por
manchones (Figura 1.8).
Figura 1.8. Ataque de Rhizoctonia
y Fusarium y grado de avance de damping-off.
También defoliaciones a
causa de enfermedades como “mancha de hierro” Cercospora coffeicola y “requemo”
Phoma costarricensis, este último atacando yemas y hojas nuevas; sobre todo en
la temporada invernal de bajas temperaturas (Castilo, 1993).
1.2
Viveros
El vivero es el lugar o
sitio adecuado donde permanecerán las plantas de café procedentes del semillero,
hasta alcanzar el desarrollo necesario, entre seis a ocho meses, para su
trasplante a finca (Monroig S/F). Todavía en la primera mitad del siglo pasado
la planta de café comúnmente usada para establecer plantaciones nuevas o hacer
reposiciones de fallas en fincas en producción, eran las que crecían naturalmente
en el sotobosque (debajo de los cafetos) del cafetal. El material de plantación
se conoce como “planta de arranque”, “planta de finca”, “planta de jalón” entre
otros y proviene de semilla con origen totalmente desconocido (López et al, 1998),
sus principales desventajas agronómicas son: deficiente desarrollo del sistema radical,
raíces estropeadas por daño físico al arrancar las plantas y bajo porcentaje de
sobrevivencia en finca entre otras. Actualmente muy pocos cafeticultores
utilizan este medio en sus fincas para resiembras o para establecer cafetales
nuevos (Peña y Castillo, 2003), ya que se ha desarrollado tecnología para la
propagación de plántulas en semilleros y producción de planta en viveros
mediante el uso bolsas de polietileno, cuyas ventajas son el poder seleccionar
la plántula a trasplantar, preparar un sustrato adecuado para su crecimiento y
desarrollo, facilitar el riego y la aplicación de fertilizantes, hacer más
eficaz el control de plagas y enfermedades y obtener plantas de mayor calidad
agronómica (López et al, 2002).
Los viveros pueden
realizarse de tres formas; directamente al suelo, en bolsas y en los últimos
años en contenedores; sin embargo, el sistema de producción de planta de café
más utilizado es el de viveros en bolsa (López y Martínez, 2009). Lo Más recomendable,
si las condiciones del terreno lo permiten, es orientar el vivero de este a
oeste para un mejor aprovechamiento de la luz. También, debe ubicarse cerca a fuentes
de agua, por si se necesitara de riego y en un lugar cerca del sitio donde se plantarán
los cafetos (López, 1990b). Es necesario que el vivero tenga una buena protección
contra los vientos, de lo contrario se debe procurar el establecimiento de cortinas
rompevientos (ICAFÉ, 1998), en especial a base de Bambú Bambusa oldhamii o
Guadua angustifolia.
Establecimiento
de viveros en bolsa
El vivero requiere de
terrenos planos con lo menos posible de pendiente, en tal forma que se facilite
el acomodo de bolsas, de no contarse con estas condiciones en el lugar de
establecimiento, deberán hacerse terrazas a través de la pendiente. De inicio,
hay que hacer una limpieza total del terreno para proceder a la instalación del
cobertizo, cuya estructura dará un sombreado hacia el interior del vivero,
generando un microclima regulado en humedad y temperatura, evitando variaciones
bruscas.
Puede emplearse
material de lo más económico posible, hasta estructuras metálicas fijadas al
suelo con concreto. Lo más recomendable es contar con un lote de bambú que
surta puntales de inicio y de reemplazo para estructuras a largo plazo de uso.
El techo puede ser de materiales convencionales locales o mediante la
colocación de malla sombra al 50 por ciento de filtro de luz. También se puede
aprovechar la sombra de los árboles existentes, procurando que el sombreado no
afecte el crecimiento de las plantas en el vivero.
Para construir una nave
o emparrillado con una capacidad para aproximadamente 5000 plantas se requieren
de 18 postes para formar un rectángulo de 6 X 20 metros por 1.90 metros de
altura. El entretejido para sostener el material de techado, requiere de
aproximadamente cuatro kilogramos de alambre galvanizado. La Figura 4.9 muestra
las dimensiones aproximadas de lo que sería una “casa sombra” para colocar mas
o menos las 5000 bolsas mencionadas (López y Martínez, 2009).
Figura 1.9. Estructura y dimensiones de
una “casa sombra” para alojar alrededor de
5000 plantas de café en
vivero.
Figura 1.10. Viveros con miles de
plantas en el Campo Chachalacas Ver. con variedad de café costa rica, salchimor
y geisha con resistencia a roya.
Tipo
de bolsa, sustrato de suelo y llenado
El
tipo de bolsa más conveniente es la de polietileno negro, de 200 micras de
calibre,
13
x 25 centímetros, procurando que la planta permanezca en el vivero por un
máximo de 12 a 14 meses. El sustrato es una mezcla de 30 por ciento de arena y
70 por ciento de suelo, dependiendo del tipo de suelo, el cual deberá cernirse
para que quede suelto, facilite el trasplante y permita el libre crecimiento de
las raíces; los terrones, piedras u otros materiales pueden causar deformaciones
y entorpecer el crecimiento del sistema radical de la planta de café.
Una
vez cernido el sustrato éste debe desinfectarse, regularmente haciendo “bordos”
o “muertos” de una altura máxima de 40 centímetros y un metro de base para aplicarles
el desinfectante y después cubrir el montón alargado de suelo con plásticos, al
menos por 48 horas. Uno de los productos que ha dado resultados convenientes es
el Dazomet (Basmid), manejado de igual manera como se mencionó en la
desinfección de las camas de germinación en los semilleros (Castillo et al, 1994).
Al igual que el sustrato base, el abono orgánico, composta o vermicomposta a agregar,
también debe desinfectarse para prevenir problemas de plagas del suelo, enfermedades
de la raíz y del tallo por ataque de hongos y proliferación de la maleza, cuando
la planta aún no ha alcanzado el suficiente crecimiento y vigor para tolerar condiciones
bióticas y abióticas adversas. Las bolsas se llenan a tres cuartos con la mezcla
que conforma el sustrato base, antes mencionada, para posteriormente enrazar el
cuarto superior de la bolsa agregando el abono orgánico disponible, aproximadamente
250 gramos por bolsa; con esto, la bolsa tendrá un “perfil” de suelo muy
semejante al de la finca, con una capa superficial rica en materia orgánica y humus
que disminuye gradualmente hacia las capas más profundas de la bolsa pero donde
todavía no hay raíces; así conforme crece el sistema radical de la planta de café,
la materia orgánica se va solubilizando y liberando lentamente nutrientes que por
“arrastre” del agua de lluvia o de riego, se irán hacia el fondo de la bolsa.
En
la Figura 1.11 se muestra la mezcla del sustrato base, la aplicación del desinfectante,
tapado del suelo con plásticos y el llenado de bolsas.
Figura 1.11. Preparación del sustrato
base, llenado de bolsa y su acomodo.
Las
bolsas se acomodan en doble hilera con un espacio intermedio entre éstas de 10 centímetros
equivalente a no colocar una hilera de bolsa, para enseguida acomodar otra
doble hilera. Después de acomodadas, se rellenan con abono orgánico al tope para
propiciar una capa superior fértil, rica en ácidos húmicos que proporcionarán suficientes
nutrientes a la plántula por trasplantar (Figura 1.12).
Figura 1.12. Acomodo de bolsa y relleno
de éstas con la fuente de materia orgánica.
Las bolsas
acomodadas y rellenadas con materia orgánica, ocuparán un aproximado
de 40 plantas
por metro cuadrado considerando el espacio total de la superficie del vivero,
es decir; incluyendo los espacios de pasillos (Figura 1.13).
Figura 1.13. Acomodo de bolsas en
hileras doble formando camas o grupos de tres, separadas éstas por pasillos de
60 centímetros de ancho.
Alinear
doblemente y formar “camas” agrupando tres hileras dobles, con 10 centímetros
de separación entre éstas; ocupa 90 centímetros, ya que cada hilera doble ocupa
20 centímetros de ancho aproximadamente. Los siguientes grupos de hileras
dobles estarán separados por calles de 60 centímetros, para permitir el paso de
los trabajadores y facilitar el manejo del vivero. Las bolsas se sostienen verticalmente
enterrándolas un poco.
Trasplante
del semillero a la bolsa
Antes
del trasplante es conveniente realizar un riego ligero que facilite el arranque
de plántulas del semillero. El momento adecuado del trasplante al vivero es
cuando las hojas cotiledonales están abiertas (mariposa o pesetilla). El procedimiento
consiste en seleccionar plántulas sanas y vigorosas en el semillero, eliminando
las que presenten raíces defectuosas y procurando tener las plántulas en un
medio que evite su deshidratación mientras se están trasplantando (Figura 1.14).
Figura 1.14. Trasplante de plántula al
vivero en bolsa, procurando que quede lo más
recta posible.
Mediante
el uso de un “punzón” de unos 25 centímetros de largo, hay que hacer un hoyo de
12 a 15 centímetros de profundidad en el centro de la bolsa. El hueco formado
debe ser lo suficientemente ancho para acomodar el sistema radical de la plántula.
La raíz pivotante debe colocarse totalmente derecha dentro del hueco, asegurándose
de no doblarla, formando el llamado “cuello de ganso”, esta condición puede
traer problemas de anclaje y pobre desarrollo del sistema radical del cafeto a nivel
de campo. Cuando la raíz tenga más de 15 centímetros, es conveniente podarla para
facilitar que el sistema radical quede derecho. Ya en el sustrato de la bolsa,
la plántula se entierra hasta el cuello de la raíz, al mismo nivel que tenía en
el semillero, evitando cubrir parte del tallo. Luego de colocar la plántula
adecuadamente en el hueco, introduzca el punzón cerca del borde de la bolsa e
inclínelo moviéndolo hacia la plántula para tapar el hoyo, apretando
posteriormente en forma manual y de manera suave hasta que la raíz haga buen
contacto con el suelo, esto facilitará que el sistema radical obtenga agua y
nutrimentos lo más pronto posible.
Manejo
de la nutrición de plantas
Como
el cafeto crece en sitios sombreados del bosque mesófilo, en climas tropicales de
montaña, la planta tiende a responder a la aplicación de abonos orgánicos
(López et al, 2002). No obstante, la planta en vivero ha dado respuestas
significativas a la fertilización química diluida, tal como lo reporta la
ANACAFE de Guatemala (López de León, 1985; Anzueto, 1982), donde probaron las
concentraciones de 3.4, 6.8 y 10.2 por ciento de la fórmula 18-46-00,
registrando variables como: 1) diámetro de tallo, 2) altura de planta, 3) peso
fresco de planta, 4) materia seca y 5) porcentaje de plantas con pares de ramas
laterales. Previamente Anzueto (1982) sugirió utilizar la fórmula 20-20-0 a una
concentración de 7.1 por ciento, aplicando 42 mililitros de la solución por
bolsa.
Resultados
de experimentos llevados a cabo, con aplicación de abonos orgánicos y
fertilización química diluida (López et al, 2002), sugieren la aplicación de
estos componentes tecnológicos para el logro de calidad de planta, utilizando
como abono composta o vermicomposta a base de pulpa de café y aplicando 250
gramos de abono por planta; éstos se colocaron en la parte superior, al tope de
la bolsa. La fertilización química diluida (solución al 3% de 18-46-00) se
suministró en dosis de 125 mililitros de solución por planta (3.5 gramos de
producto) en una aplicación al mes del transplante y otra a los dos meses; una
última, a los cuatro meses después de establecida agregando Urea en la misma concentración
(ver Tabla 1 del Anexo).
El
uso de abonos orgánicos y fertilización química diluida permite incrementar en
30 por ciento el aprovechamiento de planta con valor comercial y pasar de una
tasa de retorno al capital invertido de cinco a una de 86 por ciento. Asimismo,
el cafeticultor puede producir sus propios abonos a partir de materiales a su
alcance y evitar depender de insumos externos y caros. En la Figura 4.15 se
muestra la aplicación del fertilizante químico en forma diluida, cuya ventaja,
además de la respuesta de la planta, es la ausencia de riesgo de daño a las
plantas por quemaduras del producto, como suele ocurrir cuando se aplica en su
forma física. Asimismo, en la Figura 4.16 se observa la respuesta a diferentes
fuentes de abono orgánico y dosis de vermicomposta a base de pulpa de café en
las variables altura de planta y diámetro de tallo.
Figura 1.15. Dosis de abono y
fertilizante químico diluido por planta de vivero de café.
Figura 1.16. Respuesta a la dosis de
abono y fertilizante químico diluido por sobre el diámetro y la altura de
planta.
Otros
cuidados del vivero
Los
deshierbes se hacen necesarios tan pronto aparezca la maleza, ya que la competencia
arvenses-plantas de café por agua y nutrientes disminuirá el vigor de los cafetos
en la bolsa. Además, algunas hierbas son hospederas de insectos que pueden
también causar daño al follaje de la planta de café. En cuanto al riego, éste se
hace necesario en la época seca (abril-mayo); a veces hasta dos veces por semana.
Un primer síntoma de estrés hídrico severo, es la caída de hojas seguidas de un
amarillamiento total de la planta, lo
cual es necesario evitar para que ésta crezca y alcance el desarrollo esperado
en plantación definitiva.
Manejo
fitosanitario
Los
problemas fitosanitarios más severos que se presentan en el vivero, en orden de
importancia son: Requemo Phoma costarricensis, Damping-off Fusarium spp y Rizoctonia
solani, y ataques de Gallina ciega Phylophaga sp. Sin embargo, una adecuada
desinfección del suelo (metad sodio42%) puede evitar problemas fuertes de
plagas y enfermedades y de proliferación desmedida de la maleza. En el caso de enfermedades,
la aplicación de fungicidas de contacto o productos preventivos, pueden ser realizadas
en un manejo integrado (prácticas culturales y uso de agroquímicos como última
alternativa); si se presentan daños por Gallina ciega, es necesario usar
insecticidas sistémicos.
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